DÍA 12: Domingo 22 07 08


El día amaneció nublado y llovía a ratos. La noche del sábado al domingo era la segunda que pasábamos en Muros, en concreto, en el Pabellón Polideportivo de Miraflores. El sábado fue un día muy completo, repleto de excursiones y visitas, por lo que el grupo arrastraba grandes muestras de cansancio. Llegamos al Pabellón de Muros alrededor de las dos de la madrugada. Habíamos estado viendo un espectáculo único: el salto de agua del río Xallas. Allí estuvimos varias horas, observando como el agua dulce caía desde una altura considerable y se mezclaba con el agua del mar. Según nos dijeron, este accidente natural (la desembocadura de un río en el mar desde una cascada) sólo se produce, en España, en este rincón galego.

Como dijimos antes, llegamos bastante cansados y, tras la ducha, muchos se fueron a la cama. Otros se dedicaron a realizar juegos, un poco “picantes”. En ellos participaron Lauren, Lorena, David, Mariano y Javi “el cantarín”.

El domingo se planteó como un día de relax y de tiempo libre. estaba previsto ir a pasar la jornada en la playa si el tiempo nos daba una tregua. Tras recoger los trastos del polideportivo, montamos en el autobús sobre las 11:30 horas y nos fuimos a desayunar a una cafetería del puerto de Muros, la misma en la desayunamos el día anterior. Para evitar problemas y lío, Hugo, nuestro “Gustavo Adolfo Bécquer” según Lauren, hizo una lista para decidir que iba a desayunar cada uno.

Una vez que desayunamos en la terraza decidimos quedarnos en Muros, con tiempo libre para pasear y comprar cositas en las tiendas, algunas de esas cositas, seguro, para “los y las amigos/as invisibles”. Algunos fuimos de compras, a una librería cercana en donde, por ejemplo, compraron libros sobre la cultura galega Lauren, Lorena y Manuel. Hugo, MªCarmen, Yolanda, Kika y Carlos aprovecharon para ver barcos en el puerto de Muros. Así hasta la una y media más o menos, cuando montamos en el bus, camino de Rois. Paramos en un pueblo llamado Serra de Outes. En un bello paraje natural del pueble, junto al río, los lugareños celebraban una animada romería en la que el vino y las sardinas eran los protagonistas. Por dos euros comprabas una taza para que te la llenaran de vino gratis y además podíamos comer sardinas asadas que repartían en varias filas. La verdad es que muchos nos pusimos hasta arriba de comer sardinas, como fue el caso de Lauren. En el mismo parque donde tenía lugar esta entrañable fiesta del mundo rural galego (VIVA LA PATRIA GALEGA), comimos: unos bocadillos, otros empanada, según la elección de cada uno. Entre risas y buen humor transcurrió el tiempo y la mayoría del grupo decidió, después de la comida, ir a tomar un café a una taberna irlandesa. Se quedaron en el parque Mª Carmen, Yoli, Hugo y Kika, que fueron a dar un paseo siguiendo el curso del río.

Marchamos de Serra de Outes y emprendimos camino a Noia. En el autobús se planteó la idea de ir a la playa o de dar un paseo en el pueblo. Hubo división de opiniones para ver qué se hacía. El tiempo no es que acompañara mucho para ir a la playa pero insistieron en ir David, Lauren y Manuel. Ya en Noia la mayoría del Campo de Trabajo decidió ir a dar un paseo por el centro histórico de Noia. A pesar de que el día seguía nublado y de que no hacía excesivo calor, David, Hugo y Manuel dieron un largo paseo y se atrevieron a darse un chapuzón.

Sobre las 19:00, el autobús nos recogió a todos y regresamos al Pabellón de Rois. Tras ducharnos, tuvimos tiempo libre hasta la hora de la cena. El tiempo seguía en su línea: oscilante, de lluvía y ratos de sol, de manera que cuando íbamos a ir a la cena en la Casa Rural de Oín llovía bastante. Edi nos llevó hasta allí en coche, haciendo varios viajes. En la Casa Rural nos esperaban Javier y Rosa con su habitual amabilidad y con una grata sorpresa: teníamos para cenar PULPO, comida típica galega donde las haya.
Durante la cena el ambiente fue muy animado: estábamos todos de pie, cmoendo “polbo”, bebiendo y bailando al ritmo de la música de, por ejemplo, Rafela Carrá, la cantante de cuya música nos hemos despertado muchos días, al son de “LUCAR, LUCAS, LUCAS…”. Con mucho ritmo, alegría y con el estómago lleno de “POLBO A LA GALEGA” llegamos al pabellón y realizamos la habitual evaluación y asamblea de participantes y monitores. Además,a ntes de irnos a la cama hablamos de la posibilidad de realizar un “obsequio-detalle-recuerdo” a todas las personas que de alguna manera, han formado parte de este proyecto. Todos y todas éramos ya conscientes de que pronto pondría su punto y final el Campo de Trabajo de Rois, en el que tan buenos momentos habíamos vivido.

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