DÍA 3: viernes 18 07 08


Comenzamos la jornada bajo el ritmo de una música que nos hizo despertar de nuestros sueños, era el tercer día del campo de trabajo y, poco a poco, nos íbamos conociendo más todas y todos. Como ocurrió el día anterior mientras nos desperezábamos y estábamos en el baño, llegó Javi con el desayuno, al grito de “buenos días… ya tenemos el desayuno…”. Ese día nos enfrentábamos a nuestra primera mañana completa de trabajo en el Castro, por lo que estábamos expectantes y con ganas de adentrarnos de verdad en el mundo de la arqueología. Las hazadas, los picos, las piquetas, los maletines, los capachos, etc. nos esperaban y, con ellos, muchas ilusiones por encontrar un “gran hallazgo arqueológico”. Los doce nos dividimos en varios grupos de trabajo, distribuidos en tres sondeos, y uno más que se abrió casi al final de la mañana. El sol y el calor nos acompañaron haciendo más “dura” la jornada de trabajo, pero todo fue, en verdad, muy pero que muy llevadero. Las bromas, las risas y las anécdotas “salpicaron las catas”, en las que todos/as nos empezábamos a llenar de tierra. Ese día en el Castro había mucha gente: jóvenes de Rois procedentes de una escuela taller y otros voluntarios también de Rois como Estefanía y Raúl. Además, a media mañana el alcalde de Rois y su séquito realizaron una visita al Castro y nos dieron la bienvenida, junto a ellos estaban Nina y Miriam, de la Fundación Pro-Patrimonio de Rois. Como veis, nos íbamos sumergiendo en la vida y en la cultura de este concello galego.

Uno de los momentos más esperados, sobre todo a los que no les iba mucho coger el pico, fue la llegada de la hora del bocadillo, a las once y media. A esa hora comentábamos, entre risas y bromas, nuestras primeras experiencias en el mundo de la arqueología, al menos para la mayoría. Nuestros primeros trabajos en el Castro de Socastro dieron sus resultados: vimos algunas estructuras y, especialmente, encontramos trozos de cerámica, que casi con toda probabilidad era de época castreña.
Con mucho calor y llenos de tierra, llegamos a la casa rural de Oín, dispuestos a darnos un chapuzón en la piscina. Fresquitos y aparentemente más limpios, la comida de Rosa, Javi y Gabriel nos esperaba. Tan a gusto estábamos que apenas tiempo nos quedó para descansar y recuperar fuerzas para la tarde.

Siguiendo con la inmersión en la cultura y gentes de Rois, los cesteiros José Luis, Carmen y Adam, que por tradición familiar mantienen el oficio vivo, nos enseñaron el arte de elaborar cestas. Cada uno se hizo la suya, que como recuerdo nos llevamos a nuestras casas.
Tras la cena y las risas iniciamos un paseo a la luz de las estrellas por las tierras de Rois. La luna llena nos alumbraba y una dulce “veciña” nos guiaba hacia un “veciño farruco” ¡qué pena que Sonia y Hugo no pudieron verlo! Aprendimos a encontrar las Osa Mayor, la Osa Menos, la estrella polar y algunas hasta la “Osa Polar”. Alegría y cansancio, tras la evaluación de la jornada nos retiramos a dormir

No hay comentarios: